Si bien pensé que era una televisión increíble, no puedo decir que fue mi batalla favorita, porque no había duda de quién iba a ganar. Tan pronto como Drogon apareció, todos sabían que iba a ser un pisotón.
Desafortunadamente, la mayoría de las batallas en los libros / show son así. O un lado está condenado desde el principio, o el lado que parece condenado se salva en el último minuto (estas peleas siempre involucran a Jon Snow por alguna razón).
La única pelea que parecía estar en juego hasta la última fue Blackwater. Parecía que Stannis tenía una ventaja abrumadora, hasta que las brillantes estrategias defensivas de Tyrion igualaron las probabilidades paralizando la flota de Baratheon. Si bien Stannis todavía tiene más hombres, los defensores de King’s Landing están luchando ferozmente, hasta que Joffrey corre, dejando a Tyrion con el discurso menos inspirador del Día de San Crispín jamás promovido.
El medio hombre lidera una salida, casi es asesinado por uno de sus propios hombres, es salvado por el Tri-Pod, y nosotros, los lectores y espectadores, no descubrimos qué sucede hasta que se despierta. El destino de la ciudad, de Tyrion, de Sansa, la rehén, está en juego.
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Esa, en mi opinión, fue la pelea más intrigante de la serie.